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sábado, 26 de marzo de 2011

1 de abril 1895 -LOS MACEOS ESTÁN EN CUBA

PRIMERO DE ABRIL: Guantánamo.- Aunque las comunicaciones en aquella época eran precarias, la noticia del desembarco de Antonio Maceo y Flor Crombet por Duaba, Baracoa, se diseminó por toda la región oriental.



Esta información, se da gracias al Titán de Bronce que se encarga de notificarlo al comandante militar español de la Villa de Baracoa el coronel Zamora y al teniente coronel del regimiento Simancas, Tomás Rotger, retándolos a medir fuerzas en el campo de batalla.



Lo que según los conceptos más tradicionales de la inteligencia militar, debían los mambises guardar como un secreto, para facilitar su introducción en el territorio ocupado por el enemigo, era proclamado a viva voz.



Y el Héroe de Baraguá volvió a demostrar tanta fuerza en la mente como en el brazo, y sobrada sabiduría, con esa aparente falta de discreción: Miles de hombres de todo Oriente al grito de llegó Maceo, se incorporaron a la guerra, luego de aquel primero de abril de 1895.



Al amanecer del primero de abril de 1895, había encallado en el río Duaba, la goleta Honor, con 23 patriotas a bordo, encabezados por los generales Antonio Maceo, Flor Crombet y José Maceo, quienes debían sumarse a la Guerra Necesaria iniciada el 24 de febrero del propio año.



Venían en ella cuatro mayores generales, dos generales o brigadieres, dos coroneles, tres tenientes coroneles, dos comandantes, siete capitanes, un teniente y un subteniente. Dos eran colombianos, y cuatro ostentaban las nacionalidades jamaicana, dominicana, mexicana y puertorriqueña, respectivamente.



Aunque Flor fue designado en Costa Rica por José Martí para organizar la expedición y llevarla hasta Cuba, el fundador del Partido Revolucionario también le plantea necesidad de entregarle el mando al general Antonio luego del desembarco.



La primera misión de los enrolados consistió en contactar con los insurrectos del territorio guantanamero, al frente de los cuales se encontraba el mayor general Pedro Agustín Pérez, advertido de antemano sobre la recalada de la embarcación y su valiosa carga humana.



La acción debía materializar el plan organizado por José Martí para traer a Cuba a los principales jefes militares, con el fin de encabezar la lucha armada por la independencia y contra el colonialismo español.



Había partido de Puerto Limón, Costa Rica, y luego desde Isla Fortuna, Bahamas. Al pisar suelo patrio, conocen por el campesino Santos Rodríguez Jaime que se encuentran a unas 200 varas de Baracoa, en una playa donde al decir de un historiador llegan las olas con una blanda caricia de espumas que empapa la arena prieta.



El dos de abril en carta a Gonzalo de Quesada y Benjamín Guerra, el mayor general Flor Crombet señala: "por todas partes se nos incorporan hombres armados y desarmados, todos jóvenes a las armas".



Agencias noticiosas extranjeras se hacen eco de la noticia del desembarco de Maceo quien ya "había atacado fuerzas españolas".



Félix Ruenes, máximo jefe insurrecto de la zona, contacta con Maceo y cumpliendo instrucciones de este, materializa el levantamiento que desde semanas antes preparaba.



Más de medio centenar de patriotas baracoenses se le unen. El Titán localiza a Periquito Pérez y pide que con su gente proteja la pequeña partida de la goleta que, hambrienta y desarmada, marchará rumbo a Guantánamo.



Reunidos los combatientes, Pérez, el primer sublevado del 95 en la región cubana más oriental, emprende operaciones para distraer a los soldados enemigos y restar ímpetu a la persecución de que son objeto los protagonistas del desembarco.



Poco más de 70 soldados de la tercera compañía del Simancas salen de La Primada. Informado el recio oficial cubano de que emprenden su búsqueda, los espera en el Alto del Pino, y alrededor del mediodía se combate con saldo favorable a los mambises.



El telégrafo español trasmite la noticia que vuela en Oriente, por toda Cuba e incluso en el exterior, y el mundo conoce de la presencia del Titán de Bronce en la Isla.



Perseguidos después se internan en las abruptas montañas de Yateras, en las cuales se ven obligados a dispersarse en tres grupos.



Flor y José, acosados por las tropas peninsulares, van hasta el alto de Palmarito de San Andrés, donde abaten al primero el 10 de abril.



El León de Oriente por su parte, logra salvarse e incorporarse a las huestes de Pedro Agustín Pérez.



Dispersados los expedicionarios, Antonio queda solo y sin provisiones. Dieciocho jornadas de penalidades transcurren hasta su llegada al campamento de Vega Bellaca. Allí el teniente coronel Joaquín Planas Ochoa, conductor de la partida mambisa que apoya al protagonista de la Protesta de Baraguá hace desfilar la tropa ante el Héroe y muestra la Organización del Ejército Libertador.



Impresionado por el flamante parque de armas portado por los mambises, Maceo pregunta qué expedición ha llegado, a lo cual el oficial insurrecto responde que ninguna. “¿Y esas armas?", indaga. Planas explica que fueron tomadas al enemigo en la acción de Ramón de las Yaguas. Hondamente satisfecho Antonio responde: "La Revolución está  salvada""

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