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lunes, 23 de abril de 2012

LA LUCHA DELMOVIMIENTO POR LA INCLUSIÓN DE LOS MONCADISTAS EN LA AMNISTÍA

LA LUCHA DEL MOVIMIENTO POR LA INCLUSIÓN DE LOS MONCADISTAS EN LA AMNISTÍA


FIDEL CASTRO: "En realidad, el Movimiento empezó a trabajar rápidamente dirigido desde la prisión, porque la mayoría de los compañeros estábamos presos y nosotros éramos en esencia, el Movimiento. [...]

Luego de la acción del Moncada, poco a poco se nos fueron sumando otros compañeros.

A Melba y Haydée las integramos como parte de la dirección del Movimiento y trazamos la estrategia de lucha desde la prisión.

La primera misión era denunciar todos los crímenes, fue la idea número uno; la segunda, dar a conocer el programa del Movimiento a través de escritos y artículos de denuncia. Nosotros ya habíamos revelado los crímenes en los tribunales cuando nos enjuiciaron, denunciamos a Batista y a los jefes militares; pero necesitábamos que la opinión pública conociera ampliamente los hechos y, además, nuestro programa e ideas. Era muy importante la reconstrucción del discurso del Moncada porque facilitaba el cumplimiento de estos dos objetivos, por eso le dediqué tiempo y energías para sacarlo de la cárcel e imprimirlo clandestinamente [….].

En la medida en que denunciáramos todos aquellos crímenes y se incrementara el apoyo de la población a los presos revolucionarios, la estrategia de Batista encontraría dificultades más grandes y no podría llevar adelante sus planes sin ponernos en libertad, porque como resultado de nuestras denuncias y de nuestra lucha comenzó a surgir un clamor exigiendo la libertad de los presos políticos, de los presos del Moncada. Entonces Batista decía que sí, que estaba dispuesto a hacer una amnistía, excepto a los presos del Moncada. .

Desde luego, ya teníamos el Movimiento andando; a todos los amigos, a todos los simpatizantes les dábamos instrucciones: organizar núcleos de simpatizantes en todas partes, reclutar gente y seguir una línea.[….]

Muchas veces planteé: “No pactar con las otras organizaciones, que en las demás organizaciones no se podía confiar, en los viejos partidos no se podía confiar”^ Le planteé a la gente que ni siquiera habían denunciado los crímenes cometidos en el Moncada, que nosotros éramos la vanguardia, la fuerza, que teníamos que tener paciencia, que era imprescindible seguir un programa, desarrollar una ideología, una organización, y priorizar la batalla por nuestra libertad.

Desde la prisión dirigimos la batalla, y el Movimiento creció. A pesar del aislamiento y de todo, nosotros nos las arreglamos para romper la incomunicación. Elaboré muchos mensajes e instrucciones e insistí en las mismas ideas básicas: la denuncia y el programa revolucionario. Así fue creciendo el apoyo a nuestra causa. .

Yo conocía la psicología de nuestro pueblo, que odiaba la tiranía y la represión, y, en la misma medida en que odiaba a aquel régimen, simpatizaba con quienes habían luchado contra este. .

La línea seguida condujo a tales extremos que, en la campaña electoral, Batista llegó a las elecciones con una oposición hecha a la medida: el contendiente, Ramón Grau, expresidente del primero de los desprestigiados gobiernos auténticos. Pero aún así Batista no hubiera estado dispuesto a hacer unas elecciones limpias, y lo que hizo Grau, candidato del Partido Auténtico que era el del gobierno derrocado por Batista con el golpe del 10 de marzo de 1952, fue retirarse unos días antes de las elecciones[….] .

Finalmente ganamos la batalla. Cuando Batista efectuó sus elecciones estábamos presos, pero el país no se normalizaba, continuaba complicándose más y más; entonces, como mismo él había hecho campaña y levantado calumnias contra nosotros en el juicio del Moncada, cuando dijo que habíamos asesinado a los soldados y a los pacientes del hospital, en aquel momento. Tuvo que convencer a sus soldados de amnistiarnos, porque;si no lo hacía, políticamente no se le normalizaba el país, crecía la oposición y la demanda de que nos pusieran en libertad. Y, al final, en un esfuerzo por apaciguar o sedar al país, decidió decretar la amnistía e incluirnos también. .

Batista, prepotente y altanero, después de aplastar la rebelión en el Moncada, se sentía ya consagrado. Para él, nosotros, un grupo de civiles, sin armas y sin dinero, no significábamos nada. Nos subestmó lo que era algo previsible para mí."



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Tomado del Capítulo 9,Tomo 2 de Fidel Castro Ruz GUERRILLERO DEL TIEMPO
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